Las ruinas del castillo de Almenara

 La colaboración de mi amigo Jesús Manuel Carrasco Algarrada en la revista de la Feria-09, me sensibilizó sobre el tema, y por ello, deseo seguir acercando a todos nuestros paisanos al Castillo de Almenara, con base en las publicaciones del historiador loreño D. José González Carballo.

A poco menos de cinco kilómetros de nuestro pueblo y en el extremo de un espolón de Sierra Morena, limitado por las tierras de la Puebla de los Infantes, Hornachuelos, Malapiel y Peñaflor, los donadíos de Tablada, Ruy Pérez y Borrueco, y el camino o vereda de la Fuente del Pez- que en dirección noroeste une La Puebla con Lora-, encontramos la finca de Almenara y, casi perdido entre matorral y bosque mediterráneo, las ruinas “románticas” de su Castillo.

Comenzó siendo una sola torre albarrana que avisaba de las incursiones cristianas sobre el valle del Guadalquivir. En el s. XII, los almohades resisten a los cristianos venidos de Extremadura, cortándoles el paso de la sierra a la campiña abierta.

Alfonso VIII la conquista en 1.182, se produce su pérdida, y es Fernando III el Santo quien la reconquista definitivamente en 1.241, donándola a la Orden de Malta, Orden de San Juan de Jerusalén.

La orden de San Juan, puso al frente un alcalde o freire bailío con iglesia abierta al culto.

La actividad económica predominante era la ganadería, sin olvidar el aprovechamiento forestal y minero, la caza y el principal cultivo, la viña. La uva iba al lagar de la fortaleza para su pisado y tratamiento del mosto, con una bodega de treinta y dos tinajas con capacidad para quinientas arrobas.

A finales del s. XIII pasa a jurisdicción y señorío a Córdoba, dependiendo lo eclesiástico de la diócesis de Sevilla y su vicaría a Constantina.

El concejo de Córdoba, a petición de Pedro I el Cruel, lo cede, y este lo dona a Gonzalo Fernández de Córdoba en 1.355, como agradecimiento por los servicios prestados contra la liga nobiliaria encabezada por el hermano bastardo del rey, el conde de Trastamara.

Fernández de Córdoba lo permuta en 1.372 a Vasco Alfonso de Sousa por el Castillo Anzur (Puente Genil)   .

En la última década del XIV, hereda el segundo hijo varón del anterior, Juan Alfonso de Sousa, que lo vende al Concejo de Córdoba en 1.405, por sesenta mil maravedíes. Nombran alcaide a Salvador Martínez y Fernando Díaz Cabrera toma posesión de regidor en nombre del Concejo de Córdoba.

Al poco tiempo, sobre base de una torre cuadrada se construye una esbelta torre albarrana de sección octogonal u ochavada, igual que la cordobesa torre de Malmuerta, ello en atención a las instrucciones de Enrique III, referentes a la puesta a punto de fortificaciones de Córdoba y su tierra.

El caballero Ruy Fernández de Peñalosa adquiere la propiedad y la vende en 1.453 a Martín Fernández Portocarrero, señor de Palma.

En 1.448 Juan II había concedido el privilegio de celebración de mercado para los martes, a pesar de que el historiador Nieto Cumplido, nos habla de que en 1.460, con  una población de quince vecinos, pagan un tributo de quince gallinas al año.

Este mismo año pasa al hijo del señor de Palma, Luis Portocarrero, el alcalde es Lorenzo Yanes, se hace inventario donde se observa que aún disponen de armamento de guerra, como cañones.

Siendo titular Luís Antonio Fernández Portocarrero, en 1.623, Felipe III le concede el título de Marqués de Almenara. Su descendiente Cardenal Portocarrero fue clave en el advenimiento de la dinastía borbónica a España con Felipe V. Lo hizo por “mantener la integridad territorial española”.

El incendio de 1.740 facilita el paso a la siembre de trigo y cebada por arrendadores de nuestro pueblo.

El abandono, la vegetación, y en menos medida, los caleros y los buscadores de tesoros, han favorecido que sea un sueño aquella descripción del s.XIV, en tres recintos, que describe el mencionado historiador loreño:

Norte: Una acrópolis de planta rectangular con dos torres defensivas, una de base cuadrada en medio y otra adosada en la esquina suroeste.

Centro: Sede de la estancia principal con sus almacenes y silos.

Sur: El patio de armas y el poblado.

José María Rodríguez Sorroche -11

 

 




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