Patrimonio de todos

 Despedimos un siglo XX que ha posibilitado dos grandes revoluciones, la del átomo y la informática . El siglo XXI quiza verá otras dos o quizá tres revoluciones, la genética ( al descifrar el genoma humano se ha dado el primer gran paso), la espacial y el estudio del interior de la Tierra.

El desarrollo de los medios de comunicación en el siglo pasado ha producido una “tendencia a la uniformidad” en todo el Globo que sigue profundizando y que se traduce en la paulatina adaptación y traslado de las formas de vida de los países tecnológicamente más avanzados a las poblaciones del resto de los países.

La tendencia a la uniformidad hace que los pueblos, en su innato deseo de conservar sus costumbres e historia, comiencen a tomar medidas para conservar sus tradiciones y todas las características diferenciadoras que poseen. El resurgir de los nacionalismos en todos los continentes se alimenta en esa necesidad de los pueblos, hábilmente manejada por políticos oportunistas o grandes grupos económicos.

En Europa tenemos la suerte de ser cuna de la Revolución Industrial y poseer una rica historia y una cultura valoradas en todo el orbe. Pensemos que sólo España tiene el orgullo de ser el pequeño país que extendió la lengua española y la religión católica por una sexta parte del mundo y hoy nos podemos entender y compartir cultura con 400 millones de personas.

En nuestro pequeño universo, en nuestro entorno, en la Puebla de los Infantes, no podemos olvidar que conservar legados arqueológicos, monumentos, vocabulario, costumbres y tradiciones, hará posible que nuestro pueblo se salve de la uniformidad que aludía al principio.

Tenemos la suerte de poseer:

Yacimientos arqueológicos, de los que debemos evitar su expolio y dejar ese legado a generaciones venideras, para así en un futuro en el que haya presupuestos que lo permitan, poder conocer nuestra rica historia y admirar nuestro patrimonio, por ejemplo, pensemos en el tesoro turdetano encontrado en 1.982.

Monumentos como el castillo cristiano del s. XIII, las ermitas mudéjares de Santiago de principios del s. XIV y de Santa Ana de finales del XV, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Huertas de finales del s. XV y principios del s. XVI y unas Pilas del s. XIX únicas en la provincia.

Fachadas de casas, como la mudéjar de Suárez entre el nº 3 y 5 de la calle Amargura, con aire y sabor dieciochesco el nº 4 de la calle del Pozo de la familia Molina Barco, de la época del marquesado la que ocupa el Bar de Alberto en la Plaza de la Constitución o “La Casa Bonita” diseñada por el arquitecto Aníbal González propiedad de Emilio Gómez.

Una rica iconografía, representada por la imagen medieval de Nuestra Patrona Nuestra Señora de las Huertas, por la Virgen del Rosario atribuida al padre de Juan de Mesa, por el Resucitado de la escuela de Martínez Montañéz, por el San José atribuido a la escuela de Roldán, por la Virgen de las Huertas atribuida a Pedro Millán discípulo de Mercadante de Triana y un largo etcétera.

Un vocabulario con palabras que nos debe enorgullecer pronunciarlas, he aquí una muestra: chirriburri, mangullío, enguiroleta, carvitero, carrifollón, lapachero, maculillo, arriscaillo, armanuco, sarampaina, jarpío, garguzo, embeleñao, entacao, virro, ensotao, jardalazo, arcandor, jinche, jitera, naguillas, etc. – jamacuco, piojal(sembrado), sofaifa, sandinga, sorullo, tagarro.

Unas costumbres y unas tradiciones que están en lo más profundo de nuestro ser democrático, fruto de que la Puebla es realengo desde antiguo y constitucional desde la desamortización de Mendizábal. Pensemos en las Candelas, la actual romería (hasta hace poco era la romería a la finca del Collado para visitar a la Virgen de los Remedios), los toros con sombrero cordobés, la feria y sus casetas, el carnaval y sus máscaras, la Semana Santa y sus armanucos.

Me voy a centrar ahora en la Caseta “La Piedra” por ser una caseta que trata de seguir las tradiciones y, por ello, se enorgullece de conservar el montaje con cañas y varetas de olivo, a pesar del costo económico y esfuerzo que conlleva. Los socios de la Caseta también nos sentimos orgullosos de demostrar los días 17 de agosto que la hospitalidad forma parte de nuestras entrañas, dando al mediodía, un plato gratis a todos los que desean visitarnos, familiares, amigos, conocidos, curiosos y forasteros.

Ha sido una alegría ver cómo una nueva caseta , “La Tagarnina”, siguió en la Feria-00 la misma orientación de hospitalidad y apertura. Sus concursos han sido celebrados por todos con atención y cariño.

Imaginémonos lo original que sería nuestra Feria, si el Ayuntamiento potenciara la construcción de casetas de caña y varetas, eximiendo el pago de sitio, facilitando la retirada de esos materiales, etc. si tuviéramos toros como los de antes, a nuestra medida…

Nadie merece tener lo que no es capaz de conservar, por eso, pienso que todo lo anterior , desde nuestra responsabilidad como ciudadanos, debemos darlo a conocer, fomentarlo y defenderlo, para que nuestros hijos se sientan tan orgullosos como nosotros de todo, y nunca añoren lo que ha estado vivo tantas generaciones y que nosotros no hemos sido capaces de mantener.

Las autoridades locales deben saber que el pueblo está con ellos si se trata de cuidar, proteger, fomentar y difundir lo expuesto anteriormente, y que tendrán el rechazo más sublime si se inhiben y permiten con sus decisiones que desaparezca lo que nos hace y nos hará distintos en el mundo monocolor que nos amenaza, pues, como dijo Cervantes: “Cada uno es artífice de su ventura”, y por último, tengamos en cuenta que todo esto es clave para fomentar el turismo rural, que parece ser lo único que nos sacará del estancamiento económico y del descenso poblacional en el que nuestro pueblo está actualmente sumido.

José María Rodríguez Sorroche. 2001.

 

 

 




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